16 November, 2023
A menudo, me encuentro con caballos que sufren de un constante estrés. Me doy cuenta porque no pueden estar quietos, mueven constantemente la cabeza mirando hacia todas direcciones en busca de algo. Acerco mi mano a su nariz en forma de saludo, para que puedan sentir mi olor, pero lo primero que hacen, contrario a un caballo que no sufre de estrés, es buscar una golosina en mi mano. Las golosinas pueden ser dulces, zanahorias, azúcar, o delicias especialmente fabricadas, que muchos humanos dan a sus caballos con diferentes fines. En determinado sector del hipismo, el objetivo más común es el de manifestar afecto.
La golosina es para el humano
El caballo como especie, no come golosinas. En la naturaleza solamente se alimenta. La golosina, bien podría ser el medio que utilizan los humanos para llenar un vacío interno. Quizá sea una forma de asegurarse la atención, de recibir el cariño que, posiblemente, no reciben en sus familia o en la sociedad.
Al caballo, la golosina le crea una dependencia que lo obliga a necesitar del humano. Y es esta dependencia que el humano estaría precisando para sentirse amado, querido y necesitado.
El verdadero afecto de un caballo hacia un humano debería pasar por un genuino deseo de compañía o de cariño, pero no por una dependencia impuesta. Pareciera que los caballos están condenados a llenar ese vacío interno que muchas personas padecen; a cumplir el papel de terapeutas sociales.
El dar una golosina, también podrías ser una forma de medir el cariño hacia el animal. “Mira cuánto te quiero”. Pero, internamente, es un “mira cuánto te necesito”, y necesitar el afecto de un caballo para poder estar en paz consigo mismo, denota solamente una propia carencia interna.
La golosina está muy lejos de ser saludable. No solamente crea una dependencia que conlleva al estrés, sino que interfiere de forma negativa en el organismo del caballo, terminando por manifestarse en los cascos a través de afecciones en la estructura laminar, la línea blanca y la ranilla.
El permitir al caballo ser caballo, es la forma más sincera y saludable de amarnos a nosotros mismos.