A veces, al finalizar el año, me gusta hacer un análisis sobre lo que ocurre en el mundo de la podología equina y emitir públicamente mi visión personal.

Veo una tendencia muy grande en descalzar caballos, impulsada por la necesidad urgente de mejorar la salud de los cascos de los caballos y por suplir la falta de herradores. También se busca escapar de aquellos herradores incompetentes, que no se capacitan o que han perdido las capacidades para herrar caballos de forma responsable, por más título que hayan obtenido alguna vez.

Considerando el movimiento pendular de las tendencias, en los próximos años se descalzarán más caballos de lo que es conveniente, porque aún no hay suficientes profesionales preparados para cumplir con este nuevo mercado, y porque no todos los entornos donde viven los caballos son aptos para generar cascos saludables, que puedan cumplir con las exigencias que se les imponen.

Muchos caballos que este año han sido descalzados, posiblemente deban ser herrados nuevamente el próximo año, simplemente porque “no ha funcionado”. Pero antes de regresar a la herradura, pasarán por algunos de los calzados alternativos. Los calzados alternativos de materiales plásticos, fijados por pegamento o clavos, son una muy buena opción; sin embargo, la mayoría suele ser “pan para hoy y hambre para mañana”. En términos generales, no le permiten al pie incrementar el desarrollo de sus estructuras y a largo plazo terminan por causar más daño que beneficios.

El caballo descalzo es la mejor alternativa para mantener un casco saludable a largo plazo, pero no es aplicable a todos los caballos, porque si no se cumplen con los requisitos necesarios, no funciona. No porque el caballo no pueda, sino porque no siempre se puede generar un entorno adecuado y no siempre existe el nivel de compromiso necesario para que ello suceda.

Dejar un pie descalzo y adaptar el entorno de forma adecuada seguirá siendo una tendencia CRECIENTE en todo el mundo, y deberá ser tenida en cuenta por quienes viven solamente del herrado, las herraduras y los clavos. Es más saludable para el caballo y es una alternativa relativamente más económica. Y cuando se trata de pocos ejemplares, se abre la posibilidad de que sea el propietario quien recorte los cascos de sus propios caballos.

Cuando los propietarios aprenden a recortar los cascos de sus caballos, obtienen mejores resultados que los profesionales, simplemente porque suelen vivir junto al caballo. Cada semana pueden repasar los cascos usando una simple escofina, y esto es fácil de aprender. Un profesional no obtiene estos resultados, porque, por diferentes motivos, el tiempo que transcurre entre un recorte y otro pasa a ser demasiado largo.

Pocos herradores están preparados para el futuro. La forma de ver el pie y el caballo ya está en proceso de cambio. La mayoría sigue empecinada en forjar herraduras porque ha elegido creer que saber forjar es saber herrar. Esta mayoría de profesionales le da más importancia a la forja que al recorte, lo que la lleva a ingresar en un círculo vicioso del cual no es sencillo salir.

Mientras el conocimiento sobre el recorte de un casco sea subjetivo y equivocado, también lo será el resultado. Equilibrar un casco mediante la técnica tradicional de recorte es CUESTIÓN DE SUERTE. La herradura y la calidad de forja compensan los errores, pero solamente a corto plazo.

Las grandes empresas vendedoras de clavos, herraduras y productos terapéuticos siguen utilizando como estrategia de marketing la organización de grandes eventos de herrado y forja, y el apoyo a profesionales carismáticos, con el fin de incrementar el volumen de sus ventas, sin medir las consecuencias de los conocimientos que estos transmiten. Hoy, grandes marcas, sin saberlo, están promoviendo técnicas que causan mucho daño a los caballos. Venden porque alguien compra y del otro lado existe un comprador porque alguien vende. Sigue siendo negocio, aunque desde hace muchos años ha llegado a tocar el techo. Se destina mucho esfuerzo e inversión solamente para competir por volúmenes de productos que no aumentan en proporción. En un futuro próximo, no será ese el mayor negocio para las grandes empresas. Estas deberían comenzar a pensar diferente hoy si quisieran obtener una ventaja comparativa mañana.

Varias escuelas están concentradas en formar herradores y forjadores. A simple vista, pareciera que la forma de pensar es “enseñemos mucho durante mucho tiempo, porque así aumentaremos nuestras ganancias”, pero esta forma de pensar lleva a transmitir conocimientos inútiles para el trabajo diario y muchas veces nocivos para el caballo. Los alumnos aprenden mucho, pero sin saber qué usar de todo aquello que han aprendido.

La buena forja sigue siendo una demostración de destreza, utilizada erróneamente como parámetro para medir la calidad del herrador. Ofrece la libertad de decir “mira lo que yo hago y tú no, esto me hace mejor herrador que tú”, pero la realidad es que un BUEN herrador no necesita una forja con calidad de competición. Basta con saber recortar correctamente y saber cuál herradura comprar y cómo adaptarla. El resto es un espectáculo que transmite ilusión para un determinado grupo que lo compra.

El mundo de la podología equina es muy amplio y es un sustento legítimo de vida, sin embargo, es el caballo quien asume las consecuencias de los resultados, sean estos buenos o malos. Por esa razón, no es un simple “deja que hagan lo que quieran”. Hay muchos caballos que SUFREN las consecuencias de este enorme juego de poder.

El oficio está protegido, sellado herméticamente para que nadie se anime a hablar mal de nadie. Esto conlleva a que incluso los trabajos deficientes DEBAN ser aplaudidos.

Algo es digno de ser observado. Muchos herradores llegan al cliente con un vehículo moderno, especialmente preparado para ofrecer absolutamente todo. Grande, iluminado, con café y música para el cliente, con equipo de radiografías, con toda la maquinaria, herramientas y varias herraduras y calzados; sin embargo, suele ocurrir que el resultado es un caballo que cada vez anda peor y que debe ser eliminado de la competición porque ya no puede caminar más. En el polo opuesto, encuentras a profesionales que con solamente una legra y una escofina sanan y recuperan caballos.

Y si seguimos observando incongruencias, el podólogo de caballos cobra por trabajo realizado y no por resultado obtenido. Esto lleva a que muchos propietarios deban pagar grandes sumas de dinero por trabajos que, en poco tiempo, transforman pies sanos en pies enfermos.

Equivocarse es razonable, pero hacerlo reiteradamente responde a un alto grado de irresponsabilidad.

La podología tradicional de caballos cuenta con conocimientos obsoletos que deben ser reemplazados. Lamentablemente, por haber altos intereses de por medio, el cambio será generacional y lento. Lo esperanzador es que hay una nueva generación de podólogos, herradores y recortadores que está provocando un cambio positivo. Pero aún mejor, es que los propietarios han comenzado a diferenciar un casco sano de uno enfermo, y ya no creen ciegamente en los argumentos del profesional que siempre defenderá y justificará su trabajo. Los propietarios ya han empezado a presionar a los profesionales para que se capaciten con conocimientos que funcionen.

El mundo es grande. Se ve de todo. Profesionales que estudian poco, pero aplicando el sentido común hacen un buen trabajo. Trabajadores empíricos que solamente hacen lo que pueden y saben, sin saber si lo que hacen está bien o mal. Profesionales con todos los estudios, títulos y herramientas, pero que no cuentan con las habilidades naturales y necesarias para ejercer el oficio. Maestros profesionales que estudian y se destacan por sus habilidades y buenos resultados en los pies de los caballos. Jóvenes que se encuentran en un camino de aprendizaje. Viejos que hasta el último momento mantienen la pasión del oficio. Podólogos dedicados a prevenir problemas y aquellos dedicados a repararlos. En fin… todos DEBEN saber, aunque no se sepa; de lo contrario, nadie trabajaría.

En cuanto a nuestro sistema de enseñanza, hace muchos años optamos por el camino sencillo. Ofrecemos el conocimiento justo y necesario para que todos, desde profesionales hasta propietarios, puedan hacer que sus caballos tengan pies sanos y anden bien.

Ofrecemos cursos cortos, adaptados al mundo moderno. Tenemos una modalidad que permite la elección, donde el alumno inicia la teoría en nuestra escuela online y continúa la práctica en nuestros centros de formación, distribuidos en varios países.

Nuestro concepto nació en el año 1999. Hoy seguimos creciendo. Nos adaptamos y mantenemos el foco en la educación y el bienestar del caballo.

La podología equina a través de mis ojos.
Daniel Anz Fundador de Balance F®

Daniel Anz es el fundador de Balance F® y autor de los libros "El nuevo Herrador" y "Balance F - El regreso a la esencia de la podología equina".